Me encanta visitar la finca de Paco Bedoya por dos razones. La finca en sí es maravillosa, una especie de jungla de árboles de cítricos, fruta colgando por todas partes, pájaros piando, una lujosa cubierta vegetal, siempre me parece un poco como un jardín del Edén. La segunda razón es el propio Paco. Es todo un personaje, que a sus setenta y tantos años sigue con fuerza, lleno de orgullo por su finca y siempre dispuesto a contar una o dos historias.
Hace poco, cuando visitamos Paco con los chicos de Le Recolte (París), Paco nos contó un poco de la historia de la finca. En los años anteriores a la guerra civil había mucha hambre en Andalucía, y sus abuelos trabajaban la tierra como jornaleros, principalmente cultivando patatas y otras verduras para venderlas en el pueblo cercano. La guerra civil estuvo llena de tragedias para su familia (como para muchas), pero afortunadamente su tío abuelo se había ido a los Estados Unidos antes de que empezara. Allí pudo ganar suficiente dinero para enviárselo al padre de Paco, que lo utilizó para comprar esta finca y llevar la familia fuera de la pobreza inherente a la vida de un jornalero en aquella época.

Paco creció viniendo a la finca y ha pasado al menos parte de casi todos los días de su vida aquí. Con el paso del tiempo plantaron cítricos hasta que ahora toda la finca es en cítricos, la mayoría son limones, con algunas naranjas y mandarinas. Paco contó con orgullo que nunca se han utilizado herbicidas en la tierra. Cuando era más joven utilizaba, como hizo su padre antes que él, una mula para cultivar entre los árboles y mantener la hierba baja, y el estiércol de la mula se utilizaba para abonar. Ahora corta la hierba una vez al año y la abona con estiércol de pollo compostado de una finca cercana, pero por lo demás no ha cambiado mucho.
Incluso a esta edad, Paco hace casi todo el trabajo él mismo. Cuando llegamos, acababa de cosechar un par de cientos de kilos de mandarinas, las últimas de la temporada. Cuando tiene que cosechar muchos limones tiene ayuda, pero por lo demás es él solo en la finca, la tercera generación de Bedoya que cuida de esta tierra. Siempre me inspira visitarlo y ver lo que es posible. Como mínimo, Paco tiene mucho que enseñar sobre cómo vivir una vida sana y feliz….
Padre confirmado, presunto agricultor, escritor ocasional, indudable aunque poco distinguido lingüista, viajero desvergonzado, poeta no reformado del tipo recluso chino.